El paso ligero y la mirada perdida en el horizonte son la tónica en los jugadores de El Nacional cada vez que llegan y salen del complejo de Tumbaco. La décima posición en la que se encuentran en la tabla acumulada los tiene comprometidos con el descenso y eso los ha desestabilizado anímicamente.
A eso atribuyen los momentos de ofuscación que experimentan en el gramado, la desesperación y los gritos que entre ellos intercambian tras una jugada errónea y que termina perjudicándoles en el resultado. “A veces no entendemos cómo después de cumplir buenos entrenamientos los resultados en la cancha no se reflejan”, indicó el zaguero Javier Chila.
Por eso el grupo en general tuvo charlas motivacionales con el sicólogo Patricio Cevallos para que asimilasen de mejor forma la adversidad y sepan sobreponerse.
A más de la presión por la ausencia de resultados, a muchos les agobian además sus problemas particulares como el incremento, por ejemplo, de las pensiones alimenticias. “No todos los jugadores saben manejar bien los malos momentos. Unos se recuperan más rápido, a otros les cuesta hacerlo y en eso se ha trabajado mucho”, refirió el ex capitán Marwin Pita.
Sin embargo, el plantel se ha comprometido a abandonar esta incómoda ubicación. “Hablamos mucho de este asunto y entre todos nos hemos comprometido a dejar esta gran institución al menos en la serie “A”, aunque lo ideal sería que disputase un cuarto puesto”, añadió Pita, quien prefiere no mencionar ahora la posibilidad de dejar la institución. “Hoy solo pienso en el club, en dejar una buena imagen a esa hinchada que está muy dolida y con mucha razón”.
Ayer lucieron relajados y totalmente concentrados en las indicaciones tácticas. Estuvieron puntuales en el complejo del Sauce. Unos llegaron en sus carros últimos modelos y otros, los más jóvenes, en buses o en el vehículo de algún compañero “experimentado”.
Desayunaron como es habitual en el complejo. Yogurt, queso, jugo y patacones no faltaron en la dieta y enseguida mudaron su vestimenta para iniciar el entrenamiento.
Por momentos lucieron sonrientes y hasta intercambiaron bromas entre ellos. Acataron sin discusión las órdenes del técnico Sixto Vizuete y del PF Hólger González. Un trabajo físico leve cumplieron en la primera media hora con trotes y estiramientos y enseguida se inició la táctica fija. Los disparos de tiro libre desde todo sector de la cancha fueron reiterativos.
Todos reconocen que la falencia principal del plantel está en la delantera y es eso lo que intentan corregir. Por ello el atacante imbabureño Edmundo Zura insistió en sus lanzamientos, aunque estos salieran desviados. La potencia de su disparo no coincidió con la puntería requerida y aunque persistió, apenas en una de diez oportunidades consiguió apuntar al arco, pero sin anotar.
El otro delantero, Juan José Govea, en cambio, ensayó más coordinación con la media cancha y profundidad para llegar. Sus lanzamientos de larga distancia no tienen la potencia deseada y por eso prefiere casi siempre entregar la pelota a un compañero mejor ubicado en el área.
Tampoco el volante manabita Marwin Pita estuvo fino en sus disparos, que también fueron débiles. Tras observar todos esos detalles el estratega Vizuete ordenó la práctica futbolística y ahí la palabra más repetida por todos era “abeja”, singular epíteto con el que llaman al joven mediocampista Bryan Oña.
Él fue el más entusiasta en el cotejo frente a la reserva. Peleó cada pelota y hasta ensayó remates sobre la portería rival, mas como es la tónica en el club no tuvo la colocación para convertir el gol, pero no perdió la confianza y lo intentó una y otra vez. Así consiguió los aplausos de algunos compañeros y una palmada de su entrenador.
A un costado de la cancha estuvo el lateral derecho José Madrid, quien presenta una dolencia muscular y por eso realizó un trabajo diferenciado con el fisioterapista Leandro Simbaña.
El defensa no actuará en el cotejo de mañana ante Manta. Madrid es uno de los jugadores que con seguridad saldrá del conjunto de las Fuerzas Armadas. Liga de Quito sería la institución interesada en sus servicios.
Fuente: El Telégrafo
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