No todo es jugar bien en la carrera de un futbolista. No todo es la virtud técnica o la contracción táctica. Estos son tiempos de marketing, en los que la imagen importa. Y ver a un moreno con esa cresta rubia moviéndose con gracia en las canchas argentinas llama la atención. Sobre todo si el chico, de apenas 15 años, festeja sus goles con un bailecito conocido.
Y festeja seguido. Algunos, en Ecuador, lo comparan con Ballotelli, el histriónico italiano del Manchester City, pero él mira para otro lado. Él es Abel Casquete, una de las principales promesas de las inferiores de River. Y a la hora de las comparaciones, no se anda con chiquitas: "Tengo características parecidas a las de Neymar, je, je. Aunque él es un crack y yo todavía tengo mucho por aprender. Incluso, me hice una cresta teñida de rubio para imitarlo y festejo de vez en cuando tirando un pasito de baile como hace él", dice, con la misma desfachatez que muestra en la cancha.
La historia de Casquete es la de muchos chicos que son descubiertos en algún torneo por los reclutadores de talentos de los clubes más grandes y que terminan dando el paso. "A mí me descubrieron en un cuadrangular que se jugó en Córdoba y del que salí goleador", cuenta.
El torneo al que hace referencia es la Copa Córdoba, y fue allí que la gente de River se puso en contacto con Alejandro Alfaro Moreno porque Casquete, como tantos otros chicos en Ecuador, como otros 4.500 en la actualidad, surgió de su academia, que tiene sucursales hasta en las Galápagos. "Yo tenía 11 años cuando pasó todo esto, y no dudé cuando apareció la posibilidad de jugar en River".
El ‘Beto’ hizo el contacto y después los padres del entonces niño prodigio, hoy adolescente, viajaron para sellar el acuerdo.
¿Cómo fue la vida en esos primeros tiempos?
Dura porque vine solo, sin la familia. Pero acá me hacen sentir bien. Los primeros dos años viví en una pensión cercana al club y allí me atendían muy bien Anita y Enrique. Después me mudé a la pensión de River directamente.
¿Te acostumbraste o sigues extrañando mucho?
La verdad es que continúo extrañando mucho a la familia y también algunas costumbres. Por suerte mi mamá, María Luisa, vino a mitad de año. Y yo voy dos veces por temporada para allá a visitarlos y pasar unos días con ellos.
Ellos son, además de mamá, su padrastro Noé y los cuatro hermanos de Abel, que también juegan al fútbol: Anderson (19, volante izquierdo), Andy (14, enganche), Marcos (13, delantero) y Noe (12, también punta). Cuando vuelve a su país, el pequeño crack se desquita y come sus platos preferidos: cebiche y arroz con carne frita, que no forman parte de su dieta habitual en Buenos Aires.
¿Por qué, entonces, haces tanto sacrificio?
Porque tengo la ilusión de llegar a la Primera de River para que mi familia se sienta orgullosa de mí. Lo que más me gusta de la Argentina es su fútbol porque es mucho más competitivo y quiero triunfar acá.
¿Y cómo te ves?
Bien, ya llevo 18 goles, pero en realidad me siento uno más del equipo y trato de dar lo mejor. En River nada es fácil, jugar acá no es para cualquiera, pero por suerte me he adaptado sin problemas
Fuente: PP
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